Inteligencia artificial y como cambia tu vida
La existencia de máquinas que piensan por sí solas y toman decisiones de manera autónoma ya no pertenece a la ciencia ficción. La IA es una realidad presente en nuestras vidas que poco a poco irá jugando un papel cada vez más importante.
Cuando nos referimos a inteligencia artificial (Artificial Intelligence, o AI) es la simulación de procesos de inteligencia humana por parte de máquinas, especialmente sistemas informáticos. Estos procesos incluyen el aprendizaje (la adquisición de información y reglas para el uso de la información), el razonamiento (usando las reglas para llegar a conclusiones aproximadas o definitivas) y la autocorrección.
Se prevé que oficios como el de traductor, reponedor o el de camionero queden obsoletos en pocos años.
"Estamos ante una revolución tecnológica que tendrá un impacto equivalente a la llegada de Internet", argumenta Josep Maria Martorell, director asociado del Barcelona Supercomputing Center - Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS), formado por más de 300 científicos. "Afectará a todos los ámbitos de la sociedad: las relaciones entre humanos, entre comunidades, el consumo, la economía, el funcionamiento de las ciudades..."
Lucilla Sioli, directora de Inteligencia Artificial de la Comisión Europea, admite que nadie sabe exactamente qué efecto tendrá la IA en el mercado laboral. "Creo que será positivo pero evidentemente habrá fricciones porque muchos trabajos desaparecerán", sostiene durante una entrevista en la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). Según Sioli, las revoluciones industriales han generado más empleo del que han destruido, pero señala que muchos profesionales deberán adaptarse a la llegada de la IA: "El médico de hoy en día lo seguirá siendo, pero deberá aprender cómo la IA puede complementar su trabajo". Añade que en los países con más presencia de robots –como Alemania o Japón– las tasas de desempleo son más bajas.
Las sombras de la Inteligencia Artificial
En diciembre de 2016, Microsoft presentó en Twitter un robot que, con tecnología de IA, respondía automáticamente a los usuarios. "Cuanto más hablas con él, más inteligente es", decían desde la tecnológica de Bill Gates. El robot, llamado Tay, podía aprender de lo que le dijeran los otros usuarios de Twitter.
En 24 horas los usuarios habían conseguido convertirlo en un tuitero racista. Se refirió a Obama como "mono", dijo que Hitler gobernaría mejor que él, defendió la construcción del muro entre México y EE.UU y aseguró que la única esperanza que tenía era Donald Trump.
Aunque Tay fuese víctima de un troleo tuitero, la alta capacidad de aprendizaje de la que se podrán dotar estos sistemas genera recelos. Alpha Go Zero, un sistema de IA, tuvo suficiente con unos días para aprender a jugar al ajedrez y ganar al mejor programa del mundo. El sistema aprendió el juego por sí solo, sin acceso a ningún conocimiento ni dato humano sobre este deporte más allá de sus reglas. El departamento de IA de Facebook desconectó en 2017 a dos robots que habían creado entre ellos un idioma propio e incomprensible para el ser humano.
"Probablemente estemos ante la primera revolución tecnológica que nos pone ante dilemas éticos y políticos de extrema magnitud"Josep Maria Martorell, director del BSC-CNS
"Probablemente estemos ante la primera revolución tecnológica que nos pone ante dilemas éticos y políticos de extrema magnitud", opina Martorell. Este doctor en Ciencias de la Computación reniega de los escenarios distópicos más catastrofistas, pero reconoce que habrá que gestionar una ola que avanza mucho más rápido de lo que se cree. "Estamos en el primer nivel de aplicación de la algoritmia", cuenta por teléfono, "pero en algún momento alguien se hará la pregunta de si vale la pena usar a un humano para una tarea que puede hacer un algoritmo con un porcentaje de error mucho menor".
La directora de la Comisión Europea también acepta que hay "aspectos legales y éticos controvertidos" en la IA e insiste en que todos los estados miembros están acordando unas "directrices éticas" que se harán públicas a mediados de este año. Las directrices de la Comisión prevén que los sistemas de IA sean "predecibles, responsables, verificables y respeten los derechos fundamentales".
Este debate ético, no obstante, suele ir a remolque de una tecnología que avanza exponencialmente. Cada vez hay más datos disponibles y ordenadores más potentes para procesarlos. Lo que un supercomputador procesa hoy en un solo día, hace diez años necesitaba un año entero para hacerlo. "A este paso no sabemos dónde estaremos en una década", afirma Martorell. "La evolución es vertiginosamente rápida".
El debate sobre esta tecnología no cuenta, sin embargo, con la opinión de la ciudadanía. La IA transformará nuestras vidas en muy poco tiempo, pero la conversación sobre sus efectos y sus límites no trasciende el ámbito académico. "La ciudadanía debería decir la suya sobre una tecnología que tendrá fuertes implicaciones en su vida cotidiana", opina Martorell.
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